Bolivia vota partida en dos a la sombra de Evo Morales

Bolivia llega a las elecciones de este domingo dividida por una fuerte polarización política y social. Las tres principales fuerzas en competencia han advertido que sus rivales desconocerán los resultados o harán fraude y causarán violencia. El Gobierno interino de Jeanine Áñez ha tomado abiertamente partido en contra de uno de los candidatos, Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales. Las fuerzas del orden están “listas para evitar la convulsión” que supuestamente causarán los simpatizantes de este candidato. La población se ha aprovisionado nerviosamente de combustibles y alimentos en los últimos días, lo que ha causado filas y carestía.

 

El discurso regionalista le ha permitido a Camacho atraer a un electorado muy motivado y aparentemente inmune a la prédica del “voto útil” para quien pueda detener al MAS (es decir, para Mesa). En un video que se hizo viral en estos días aparece un joven elector cruceño que dice: “Antes de echarle la culpa a Santa Cruz por lo que pase en la campaña, pará y analizá un poquito (…) Se suponía que el masismo sin Evo Morales y un fraude electoral no iban a ser una amenaza, pero ahí los ves, punteando en las encuestas. ¿Culpa del cruceño? ¡No pues pariente! (…) ¿Acaso Santa Cruz no tiene derecho a tener gente que lo represente en este gobierno centralista?”. El joven concluye preguntándose por qué los cruceños debería entregarle “la corona” a alguien que no los representa, incluso al costo de un triunfo del MAS en primera vuelta, como en efecto puede ocurrir. El miércoles pasado, Camacho cerró su campaña con un discurso en el que lloró, pidió que Dios “gobierne Bolivia” y rogó que este 18 de octubre “se haga su voluntad”.

Tanto Áñez como su poderoso ministro de Gobierno, Arturo Murillo, y otros altos cargo del Gobierno y del partido de la presidenta han adherido a la estrategia del “voto útil”. Varios líderes de opinión locales han pintado con colores trágicos la posibilidad de un nuevo gobierno del MAS. Dicen que este partido planea vengarse de quienes participaron en su derrocamiento el año pasado. Y aseguran que el expresidente Morales, la personalidad más rechazada en las encuestas, volverá al país inmediatamente después de la victoria de Arce y lo manejará como un “títere”.

En el terreno de la “guerra sucia”, un gran número de mensajes circulan por WhatsApp para atemorizar a las clases medias anti-MAS. Sus autores buscan asegurarse de que estas vayan a votar, dejando de lado al riesgo de contagio, o simplemente crear un ambiente de zozobra. Uno de estos mensajes “informa” de que los campesinos se están armando para atacar las ciudades. Otro afirma que Arce renunciará tras jurar a su cargo, le entregará el poder a Morales, y este, como presidente dictatorial del país, disolverá las Fuerzas Armadas y la Policía. Y así.

Del otro lado, algunos voceros del MAS declararon que solo puede haber una segunda vuelta en un caso: si “la derecha golpista” hace fraude. Por tanto, llamaron a los sindicatos a estar listos para movilizarse en cualquier momento. Respondiendo a las acusaciones, Arce ha prometido que gobernará solo y “para todos los bolivianos”, y que Morales tendrá que defenderse en la docena de procesos que tiene en su contra por delitos que van del estupro al terrorismo. En su cierre de campaña, el candidato del MAS se encomendó a los dioses tutelares indígenas.

Un asunto que puede ser la chispa que incendie el polvorín es el voto de los bolivianos en el extranjero. Este voto representa más del 3% del padrón electoral y normalmente ha favorecido en alrededor de un 70% al MAS. Por esta razón, este partido teme que en esta ocasión se lo restrinja de alguna manera. El Tribunal Electoral ha afirmado que hará todo lo necesario para garantizar que los bolivianos emigrados voten, pero se sabe que las restricciones sanitarias de algunos países impedirán que se abran algunos puntos de votación, como por ejemplo en Panamá, las ciudades del norte de Chile y en la provincia argentina de Mendoza.

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