El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio es el nuevo papa, con el nombre de Francisco I
El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, es el nuevo papa de la Iglesia católica, en una elección rápida e inesperada que ha elevado como sumo pontífice al primer latinoamericano y el primer jesuita en la historia de El Vaticano. Bergoglio, de 76 años, asume su pontificado con el nombre de Francisco I.
Bonaerense, químico de formación y sacerdote desde 1969, Bergoglio no estaba entre los favoritos en las quinielas previas, aunque procede del continente que más católicos reúne en la actualidad, uno de los aspectos que puede haber influido en su elección en el cónclave.
Al salir al balcón de la Basílica de San Pedro, sus primeras palabras han sido: «Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo, pero estamos aquí». Su primer recuerdo ha estado dirigido a su predecesor, Benedicto XVI: «Quiero elevar una oración por nuestro papa emérito». Y luego ha pedido hasta por dos veces a los fieles que recen por él, orando junto a los miles de peregrinos que se han congregado en la plaza.
“Comenzamos este camino de la Iglesia de Roma, obispo y pueblo, juntos, en hermandad, amor y confianza recíproca. Recemos unos por otros, por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Este camino debe dar frutos para la nueva evangelización», ha dicho el ya Papa Francisco a la multitud, en italiano aunque con notable acento.
La elección de Bergoglio ha mantenido la tendencia de los últimos cónclaves: tan solo dos días y cinco rondas de votaciones han sido necesarias para que los 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina alcanzaran un acuerdo. A las 19.06 de este miércoles, la chimenea más vigilada del mundo emitía una fumata blancaque sorprendía a los entonces cientos de fieles que esperaban en la plaza de San Pedro de El Vaticano y que ya daban por descontado que la elección tendría lugar el jueves.
Al ver la fumata, cientos de voces en los más diversos idiomas han comenzado a exclamar la palabra esperada: “¡Blanca!. Y acto seguido a corear “¡Habemus papam! y “Se nota, se siente, el papa está presente”. Comenzaba entonces un espera tensa aunque ilusionada para conocer el nombre del nuevo papa.
Ese nombre salía de los labios del Protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, que ha cumplido con el rito -«Habemus papam!«- de trasladar a los fieles la decisión del colegio cardenalicio. Sin embargo, la primera reacción ha sido de estupor, puesto que Bergoglio no se encontraba entre los cardenales más conocidos.
Muchos fieles se preguntaban aún por su nacionalidad cuando han estallado los gritos: «¡Viva Argentina! ¡Viva Argentina!». Algo similar ha ocurrido con el nombre elegido para su pontificado, que algunos han tenido que consultar en internet, a través de sus teléfonos móviles. Después, ya todo ha sido alegría y vivas a «Francesco».
Los más felices de entre todos los peregrinos han sido, sin duda, los latinoamericanos y en especial, como es obvio, los argentinos. «Es algo histórico que tengamos un primer papa latinoamericano y que encima sea de mi país. Estoy muy emocionado», contaba a RTVE.es un seminarista argentino llamado Esteban.
Es un ejemplo de sencillez, de energía, de humildad
Sobre Bergoglio, ha señalado que es un sacerdote «muy cercano al pueblo, va a saber conectar con el pueblo». Y enumeraba las virtudes del arzobispo bonaerense: «Es un ejemplo de sencillez, de energía, de humildad».
La primera impresión, por su elección de nombre (Francisco I evoca, entre otros, a San Francisco «el pobrecillo de Asís») y por sus gestos, es que el nuevo papa será un pontífice cercano, menos distante que su predecesor .»El nuevo papa es un hombre humilde», insiste Elena Judit Arbizone, una argentina que vive en Roma. Y el sacerdote valenciano Jesús Girón deja caer: «Bergoglio ha empleado un lenguaje muy cercano, sencillo, natural… Es la viva imagen del pastor con el pueblo, prueba de ello es el gesto que ha hecho de inclinar la cabeza demuestra un cambio de lenguaje en la iglesia».
Estuvo al frente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos mandatos, entre 2005 y 2011, dondese enfrentó a los Kirchner abiertamente por la decisión de legalizar el matrimonio homosexual. Aunque algunas voces en su país le han acusado de colaborar o al menos no denunciar la dictadura argentina, se le tiene por un sacerdote cercano al pueblo, conservador en lo religioso pero progresista en lo social. En su aspecto más personal, es un apasionado del tango, del fútbol -al parecer es cuervo, esto es, seguidor de San Lorenzo de Almagro- y de la lectura, especialmente de Borges y Dovstoievski.
Su primera tarea como el papa 266 de la Iglesia católica será afrontar los escándalos recogidos en el informe sobre el caso Vatileaks, que agitó las reuniones de los cardenales previas al cónclave, y que recibirá directamente de manos de su predecesor, Benedicto XVI. A partir de ahí, deberá pastorear a más de mil millones decatólicos que le han recibido con júbilo y que colocan en él grandes esperanzas.